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viernes, 13 de julio de 2018

LA TÉCNICA DEL CHISTE CURSO DE INTRODUCCIÓN CONCEPTO DE INCONSCIENTE

2. --La técnica del chiste 
(1)
ESCOJAMOS el primer chiste que el azar hizo acudir a nuestra pluma al escribir el capítulo anterior. En el fragmento de los Reisebilder titulado «Los baños de Lucas» nos presenta Heine la regocijante figura de Hirsch-Hyacinth, agente de lotería y extractador de granos, que, vanagloriándose de sus relaciones con el opulento barón de Rothschild, exclama: «Tan c1erto como que de Dios proviene todo lo bueno, señor doctor, es que una vez me hallaba yo sentado junto a Salomón Rothschild y que me trató como a un igual suyo, muy «famillionarmente» (familiondr) .» Este excelente chiste ha sido utilizado como ejemplo por Hcymans y tipps para explicar el efecto cómico del chiste en función del proceso de «desconCierto y aclaramiento». Mas dejemos por ahora esta cuestión para plantearnos la de qué es lo que hace que el dicho de Hirsch-Hyacinth constituya un chiste. Pueden suceder dos cosas: o es el pensamiento expresado en la frase lo que lleva en sí el carácter chistoso, o el chiste es privativo de la expresión que el pensamiento ha hallado en la frase. Tratemos, pues, de perseguir el carácter chistoso y descubrir en qué lugar se oculta. Un pensamiento puede ser expresado por medio de diferentes formas verbales ---o palabras- que todas ellas lo reproducen con igual fidelidad. En la frase de Hirsch-Hyacinth tenemos una determinada expresión de un pensamiento, expresión que sospechamos es un tanto singular y desde luego no la más fácilmente comprensible. Intentemos expresar con la mayor fidelidad el mismo pensamiento en palabras distintas. Esta labor ya ha sido llevada a cabo por Lipps de manera a explicar hasta cierto punto la idea de Heine. «Comprendemos -escribe Lipps- que Heine quiere decir que la acogida de Rothschild a Hirsch-Hyacinth fue harto familiar; esto es, de aquella naturaleza poco corriente en los millonarios» (pág. 7). No alteraremos en nada este sentido, dando al pensamiento otra forma que quizá se adapta más a la frase de Hirsch-Hyacinth. «Rothschild me trató como a su igual. muy familiarmente. aunque claro es que sólo en la medida en que esto es posible a un millonario.» «La benevolencia de un rico es siempre algo dudosa para aquel que es objeto de ella», añadiríamos nosotros 562. Con cualquiera de estas dos versiones del mismo pensamiento que demos por buena vemos que la interrogación que nos planteamos ha quedado resuelta. El carácter chistoso no pertenece en este ejemplo al pensamiento. Lo que Heine pone en labios de Hirsch-Hyacinth es una justa y penetrante observación, que entraña una innegable amargura y nos parece muy comprensible en un pobre diablo que se encuentre ante la enorme fortuna de un plutócrata, pero que nunca nos atreveríamos a calificar de chistosa. Si alguien, no pudiendo olvidar la forma original de la frase, insistiera en que el pensamiento en sí era también chistoso, no habría más que hacerle ver que si la frase de Hirsch-Hyacinth nos hacía reír, en cambio la fidelísima versión del mismo pensamiento hecha por Lipps o la que nosotros hemos después efectuado pueden movernos a reflexionar, pero nunca excitar nuestra hilaridad. Mas si el carácter chistoso de nuestro ejemplo no se esconde en el pensamiento, tendremos que buscarlo en la forma de la expresión verbal. Examinando la singularidad de dicha expresión, descubrimos en seguida lo que podemos considerar como técnica verbal o expresiva de este chiste, la cual tiene que hallarse en íntima relación con la esencia del mismo, dado que todo su carácter y el efecto que produce desparecen en cuanto se lleva a cabo su sustitución. Concediendo un tan importante valor a la forma verbal del chiste. nos hallamos de perfecto acuerdo con los que en la investigación de esta materia nos han precedido. Así, dice K. Fischer (pág. 72): «En principio. es simplemente la forma lo que convierte al juicio en chiste.» Recordamos aquí una frase de Juan Pablo en la que se expone y demuestra esta naturaleza del chiste: «Hasta tal punto vence simplemente la colocación, sea de los ejércitos, sea de las frases.>>

 ¿En qué consiste, pues, la «técnica» de este chiste? ¿Por qué proceso ha pa-;ado el pensamiento descubierto por nuestra interpretación hasta convertirse en un chiste que nos mueve a risa? Comparando nuestra interpretación con la forma en que el poeta ha encerrado tal pensamiento, hallamos una doble elaboración. En primer lugar, ha tenido efecto una abreviación. Para expresar totalmente el pensamiento contenido en el chiste teníamos que aí1adir a la frase «R. me trató como a un igual, muy familiarmente» en segunda proposición, «hasta el punto en que ello es posible a un millonario», y hecho esto, sentimos todavía la necesidad de otra sentencia aclaratoria 563. El poeta expresa el mismo pensamiento con mucha brevedad: «R. me tratÓ como a un igual, muy FAMILLIONARMLNTl (l·AMILLIONAR).» La limitación que la segunda frase impone a la primera, en la que se scí1ala lo familiar del trato, desaparece en el chiste. Mas no queda excluida sin dejar un sustitutivo por el que nos es posible reconstruirla. Ha tenido lugar una segunda modificación. La palabra f�1miliar· mente (fámifiiir). que aparece en la interpretación no chistosa del pensamiento, :-.e muestra en el chiste transformada enfámiffionarml.'n!e. Sin duda alguna es en esta nueva forma verbal donde reside el carácter chistoso y el efecto hilarante del chiste. La palabra así formada coincide en sus comienzos con la palabra «familiarmente» (familiar), que aparece en la primera frase, y luego con la palabra «millonario» ( miflioniir), que forma parte de la segunda; representa así a esta última y nos permite adivinar su texto, omitido en el chiste. Es, pues, la nueva palabra una formación mixta de los dos componentes «familiarmente» y «millonario>> y podemos representar gráficamente su génesis en la forma que sigue: 564

 FA M I L I A R MILIONAR 
FAMILIONAR 

El proceso que ha convertido en chiste el pensamiento podemos también representarlo en una forma que, aunque al principio parece un tanto fantástica, reproduce exactamente el resultado real: 
«R. me trató muy familiarmente (familiar), aunque claro es que sólo en la medida en que esto es posible a un millonario (millioniir).» 
Imagínese ahora una fuerza compresora que actuara sobre esta frase J supóngase que por cualquier razón sea su segundo trozo el que menos resistencia puede oponer a dicha fuerza. Tal segundo trozo se vería entonces forzado a desaparecer, y su más valioso componente, la palabra «millonario» (millioniir). único que presentaría una mayor resistencia, quedaría incorporado a la primera parte de la frase por su fusión con la palabra «familiarmente» (almiliiir), análoga a él. Precisamente esta casual posibilidad de salvar lo más importante del segundo trozo de la frase favorece la desaparición de los restantes elementos menos valiosos. De este modo nace entonces el chiste: 
R. me trató muy famillionarmente (famili on iir) 1 \ ( mili) ( iir) Aparte de esta fuerza comprensiva, que nos es desconocida, podemos describir en este caso el proceso de la formación del chiste, o sea la técnica del mismo, con una condensación con (orinación de sustitutivo. Esta formación consistiría en nuestro ejemplo, en la consÚtución de una palabra mixta �«FAMILLJONAR»--incomprensible en sí, pero cuyo sentido nos es descubierto en el acto por el contexto en el que se halla incluida. Esta palabra mixta es la que entraña el efecto hilarante del chiste, efecto de cuyo mecanismo nada hemos logrado averiguar con el descubrimiento de la técnica. ¿Hasta qué punto puede regocijarse y forzarnos a reír un proceso de condensación verbal acompañado de una formación sustitutiva? Este es otro problema muy distinto y del que no podemos ocuparnos hasta hallar un camino por el que aproximarnos a él. Permaneceremos, pues, por ahora en lo que respecta a la técnica del chiste. Nuestra esperanza de que la técnica del chiste no podía por menos de revelarnos la íntima esencia del mismo nos mueve. ante todo, a investigar la existencia de otros chistes de formación semejante a la del anteriormente examinado. En realidad, no existen muchos chistes de este tipo, mas sí los suficientes para formar un pequeño grupo caracterizado por la formación de una palabra mixta. El mismo Heine, copiándose a sí mismo, ha utilizado por segunda vez la palabra «millonario» ( millioniir) para hacer otro chiste. Habla, en efecto, en uno de sus libros ( Idem, cap. XIV) de un «MILLIONAR», transparente condensación de las palabras «millonario» ( millioniir) y «loco» ( narr), que expresa, como en el primer ejemplo, un oculto pensamiento accesorio. Expondré aquí otros ejemplos del mismo tipo que hasta mí han llegado. Existe una fuente ('Brunnen ') en Berlín cuya construcción produjo mucho descontento hacia el burgomaestre Forckenbeck. Los berlineses la llaman la Forcken
becken, dando un efecto chistoso, aunque para ello fue necesario reemplazar la palabra brunnen por un equivalente en desuso becken, a objeto de combinarlo en una totalidad con el nombre del burgomaestro. La malicia europea transformó en «CLEOPOLDO» el verdadero nombre -Leopoldo-- de un alto personaje, de quien se murmuraba mantenía íntimas relaciones con una bella dama llamada Cleo. De este modo, el rendimiento de un sencillo proceso de condensación en el que no entraba en juego sino una sola letra, conservaba siempre viva una maligna alusión. Los nombres propios caen con especial facilidad bajo este proceso de la técnica del chiste. En Viena existían dos hermanos, Salinger de apellido, uno de los cuales era corredor de Bolsa ( Bonsensensal). Esta circunstancia dio pie para que a este último se le conociera con el nombre de Sensalinger (condensación de Sensal, corredor, y Salinger, su apellido) y a su hermano con el menos agradable de Scheusalinger (condensación de Scheusal, espantajo, y el apellido común). La ocurrencia es fácil e ingeniosa, aunque ignoro si estaría justificada. Mas el chiste no suele preocuparse mucho de tales justificaciones. Me contaron la siguiente condensación chistosa. Un hombre joven que había llevado hasta el momento una vida por demás placentera en el extranjero, después de una prolongada ausencia efectúa una visita a un amigo en esta ciudad. El último se sorprende de verle un Ehering (anillo de esponsales) en la mano de su visitante, y le pregunta si se ha casado. A lo que responde que sí 'Trauring pero cierto'. El chiste es excelente. La palabra Trauring combina ambos elementos: Ehering cambiada a Trauring junto a la frase trauring, aber wahr ('triste pero cierto'). Aquí se emplea una palabra que coincide totalmente con uno de los dos elementos y no una palabra ininteligible como enfamillioniir. En una conversación proporcioné yo mismo, involuntariamente, el material para la formación de un chiste por completo análogo al primero que de Heine hemos reproducido. Relataba yo a una señora los grandes merecimientos de un investigador cuyo valor creía yo injustamente desconocido por sus contemporáneos. «Pero ese hombre merece un monumento», me replicó la señora. «Y es muy probable que alguna vez lo tenga -repuse yo-, pero, momentáneamente, su éxito es bien escaso.» «Monumento» y «momentáneo» son dos conceptos opuestos. Mi interlocutora los reunió en su respuesta, diciendo: «Entonces le desearemos un éxito monumentáneo.»
 En un excelente trabajo inglés sobre este mismo tema (A. A. Brill), Freud"s Theory of wit, en Journal ofabnormal Psychologie, 1911) se incluyen algunos ejemplos en idiomas diferentes del alemán, que muestran todos el mismo mecanismo de condensación que el chiste de Heine *. El escritor inglés De Quincey -relata Brill- escribe en una ocasión que los ancianos suelen caer con frecuencia en el anecdotage. Esta palabra es una formación mixta de otras dos, coincidentes en parte: anecdote y dotage (charlar pueril). En una historieta anónima halló alcoholidays, igual fusión de: alcohol holidays • Ejemplos agregados en 1912. (Nota de J. N.) Brill calificadas las Navidades como the y (días festivos). 


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