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viernes, 13 de octubre de 2017

el chiste, el humor y lo cómico diferencias


EL CHISTE Y SU RELACIÓN CON LA VERDAD
diferencias chiste-humor-cómico

LECTURAS AFINES AL CURSO

"Es en la vía del humor donde podremos pensar al sujeto experimentando su división constitutiva y su condición sexuada y mortal, con un verdadero placer, sin sufrimiento alguno, en un perfecto equilibrio, ni del lado de lo siniestro ni del lado del síntoma. Freud, diferencia el humor del chiste y de lo cómico y va
perfilando la idea de que el humor es un tránsito por algo de lo imposible de decir y que comporta además «una discreta ganancia de placer».

Pero la experiencia del humor, tiene su marca como don, no es de todos, le es al sujeto un privilegio, produce admiración, grandiosidad y exaltación señala Freud, el yo no es afectado, al contrario encuentra placer en lo propiamente penoso de su existencia.
El humor tiene una dignidad propia que lo emparenta con la sublimación, que no alcanza el chiste, que juega a lo sumo sexualidad contenida y agresión.

En el humor está en juego el límite de lo mortal del sujeto, por eso lo esencial del humor es su Autoreferencia, solamente en ese juego con la muerte, el humor adviene como un don.El humor es aquello que hace ambiguo todo lo que toca.Su pertenencia al campo específico del psicoanálisis
deviene de formar parte ineludible de la experiencia clínica,en tanto que es la vía menos penosa de experimentar el sujeto su división constitutiva, y esto es en todas las etapas del análisis.El humor está en el orden del afecto más que de la emoción,afecto en el sentido verdaderamente freudiano del orden metapsicológico.

Algo del goce queda acreditado a «la ganancia de placer o el ahorro de sufrimiento» pero que nunca deja de tener estructura de discurso. Es la particular manera que tiene el sujeto de escapar de la crueldad de su superyo, siempre insistente ante cualquier situación que lo pone en falta y sustituirlo como función ordenadora del padre.¿Quién es el sujeto del humor en la sesión? El analizante siempre atado a la tediosa descripción de su fantasma, o el analista que trata seriamente de sostenerse en el lugar donde la palabra resuena en un escenario siempre un tanto ridículo.
El chiste comparte con el humor su posibilidad en el lenguaje, esa descarga social sin la cual el hombre no sería tal, esa fuerza libidinal que derivando en el significante, va encontrando en la risa una suerte de acodadura con lo real Imposible.
En lo cómico, su percepción requiere de dos personas, uno que observa y otro que es observado, su desenvolvimiento está puesto en imágenes, no es necesaria la palabra.
La ironía está más próxima al chiste y su esencia consiste en expresar lo contrario de lo que deseamos comunicar a nuestro interlocutor, y en hacérselo sentir, corriendo siempre el riesgo de no ser comprendida pero permitiendo eludir fácilmente las dificultades de la expresión directa.
Un viejo aforismo psicoanalítico lo reduce así: El placer del chiste se origina en una economía del gasto de la inhibición, el placer de lo cómico en una economía del gasto de pensamiento y el placer del humor en una economía del gasto de la emoción, y los tres nos permiten sumergirnos por un instante en el paraíso perdido de nuestra infancia.

Es interesante cómo el habla cotidiana pone colores al chiste «verde» y al «humor negro» donde el sexo, lo siniestro y la muerte dan trasfondo a lo que se está jugando detrás de la mirada del buen humor.
Si el fin del análisis tiene que pensarse por el lado de la sublimación, el buen humor no debe estar ausente en esa situación.
Un sujeto que sale de su análisis sin resolver su relación apaciguadora con la castración de su ser, es decir con su malhumor a cuesta, es en el mejor de los casos alguien no poseedor de lo llamado sentido del humor.
En el buen humor no se está en querella con el Otro, de alguna manera el sujeto se las ingenia con su inconsistencia en ser.
El mal humor Lacan lo define como un toque de lo real, un cuerpo que no encuentra alojamiento en el lenguaje, al menos no de su agrado.
¿Cómo trabaja el buen o el mal humor en la tarea psicoanalítica? Del lado del analista abriendo la escucha al trabajo del chiste, que es precisamente como lo descubre Freud, el trabajo del inconsciente, se vuelve a encontrar con los conceptos de condensación y, desplazamiento propios del proceso primario.
La fortuna de un chiste está siempre condicionada al oído del otro, y esta es la dimensión desafiante en que se juega el sujeto que abre la dimensión del humor.

El chiste establece el paradigma de dónde debe situarse la escucha analítica.
No podemos tampoco olvidar las raíces infantiles que comparten los sueños y el chiste, por lo que nuestras fantasías nocturnas como la creación de un chiste y el placer de escucharlo, no obedece a un orden lógico sino a la asociación de ideas más superficiales.

El chiste, lo cómico y el humor, aparecen anudados por el escenario donde un instante maravilloso que conecta al sujeto y su goce en una relación con el significante que
como sabemos es del orden de lo imposible pero que solamente allí es donde se consuma esa articulación.

Pero es en la especificidad del humor, de su dignidad marcada más por la esperanza que por la ilusión, por donde el sujeto puede enfrentar el «malestar» y en una sonrisa recuperar la alegría infantil que como decía Freud, una edad, en la que ignorábamos lo cómico, no teníamos ingenio, ni necesidad del humor para sentirnos felices de nuestra vida."

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